La hacienda manzanilla


LA HACIENDA MANZANILLA

Era un día como cualquiera, como todos los días en la hacienda Manzanilla, ahí estaba don Arturo Manzanilla.  Él era un hombre malo tan malo que permitió que mataran a su esposa. Una mañana llegó Abraham Cantón con una escopeta buscando a Carlo Manzanilla, hijo de don Arturo Manzanilla, pero al no encontrarlo amenazo en quitarle la hacienda como pago de la deuda que Carlos tenía con la familia Cantón. Pero don Arturo no podía permitir que le quitaran la finca heredada por los Manzanilla, esa hacienda pasó de generación a generación y tenía que seguir la tradición y si Carlos moría don Arturo no tendría heredero, así que ofreció la vida de su hija para salvar la hacienda y a su hijo.
Lamentablemente don Arturo era el patrón nadie podía contradecirlo ni murmurar sus decisiones. Mi padre Casimiro era el capataz de la hacienda y es por eso que yo tenía ciertas preferencias en la casa grande, pero pase muchos años siendo testigo de la crueldad de don Arturo.
Les contaré la historia desde el inicio, cuando la hacienda pertenecía a don Gerardo Manzanilla, tatarabuelo de don Arturo, todo era alegría hasta que su esposa lo engañó con un peón. Don Gerardo muy molesto mandó a torturar al peón y se divorció de su esposa, él se quedó a cargo de su único hijo Nicolás. A causa de esa infidelidad Don Gerardo enseño a Nicolás a ser una persona fría y despreciar a las mujeres. Nicolás se casó y la única expresión de alegría que mostró fue cuando su hijo nació, un varón. Don Nicolás educó a su hijo de la misma  forma que su padre le enseñó y por suerte  los primeros hijos de los Manzanilla fueron varones. Pero el primero hijo de Don Arturo no fue varón, María fue la primogénita, Carlos nació tres años después de María, aunque él era todavía era un adolescente irresponsable.
Es por eso que don Arturo no dudó en ofrecer la vida de su hija para salvar a Carlos. Juré vengarme, porque María era el amor de mi vida, desde niño la amaba, no podía soportar la idea de verla sufrir. Ella aceptó su cruel destino, yo solo era un simple peón no podía liberarla.
Una noche vi que don Arturo salía de la hacienda hacia el bosque, lo perseguí, él no se dio cuenta, llevaba en la mano un bastón para apoyarse ya que su enfermedad en los huesos no lo dejaba caminar bien. Cuando llegó a lo profundo del bosque, destapó un hoyo, estaba rodeado de piedras, no pude ver lo que había dentro, pero si vi que don Arturo oculto algo ahí y lo tapo nuevamente. Luego el regreso a la hacienda, yo me quedé ahí para revisar el hoyo, esperé a que don Arturo se alejara para salir de mi escondite. Cuando amaneció empezó a destapar el hoyo, jamás lo hubiese imaginado, don Arturo coleccionaba joyas de oro, en especial aros de matrimonio, no pude creerlo, encontré el tesoro de don Arturo, pero eran tantas joyas que me hizo suponer que no era solo el tesoro de don Arturo, sino era el tesoro de la familia Manzanilla. Jamás vi tanto brillo en unas joyas y sin dudarlo empecé a meter todo a una bolsa, mientras metía las joyas a la bolsa imagine mi vida con María, era suficiente dinero para escaparnos e iniciar una vida nueva lejos de su padre. Creí que don Arturo no regresaría, cuando salí del hoyo lo vi, ahí estaba él con su escopeta apuntándome a la cabeza, creo que fue la primera vez que vi mucho pero mucho odio en su mirada, sentí temor lo admito pero al recordar que él entregaría a María para ser asesinada, se desapareció mi miedo y la pena, tenía que ser fuerte y luchar, así que forcejeamos, a pesar de ser un anciano don Arturo tenía mucha fuerza y de pronto se oyó un disparo, la bala atravesó mi pierna, caí, luego otro disparo, fue mi brazo, no pude levantarme sabía que el tercer disparo no sería en mi cabeza o en mi corazón, porque él tenía que disfrutar mi muerte lentamente. Don Arturo me quito la bolsa de las joyas, empezó a golpearme con el bastón, pero me llene de valor forcejeamos nuevamente y logre quitarle la escopeta, nunca había disparado a una persona, por eso falle cuando le dispare pero provoqué que el cayera al hoyo, golpeó su cabeza en una piedra y murió instantáneamente. Estaba tan nervioso y herido, como llegaría así a la hacienda antes que Abraham Cantón se lleve a María. 
Pero me esforcé, regrese a la hacienda, María estaba en el jardín parecía que me esperaba y al pararme junto a ella me desmaye, había perdido mucha sangre, cuando desperté estaba vendado, no tenía fuerzas, no sabía cómo decirle que las joyas eran de su padre y que él estaba muerto. 
Al anochecer llego Abraham Cantón, María salió decidida a enfrentarlo, tomo las joyas y se las dio como pago de la deuda que su hermano tenia. Abraham Cantón no desaprovechó la oportunidad, tomo las joyas y se marchó. 
Lo extraño fue cuando María dijo: Sé lo que hiciste, no digas nada ya todo está solucionado. Mandé a tapar ese hoyo y no hay evidencias de lo que sucedió. Me quedé sorprendido pero no pregunté como sabía ella lo que sucedió en el bosque y nunca más se habló de eso en la hacienda Manzanilla. 
                   
Seudónimo: Luna