Imilla Khunu y Paka Muqu


IMILLA KHUNU Y PAKA MUQU
(Nathaly Belen Figueroa Jimenez)
[Colegio Alexander Fleming - 2016]

En el hermoso valle del Colca en los Andes de Arequipa, en el cañón más profundo del mundo por el lado de los antiguos aymaras Collaguas, hace muchos años  cuando el tiempo borra hasta la mejor memoria.
Existió un enorme cóndor negro llamado Jilaqata (autoridad andina poderosa), que dominaba con soberbia y elegancia los cielos más altos del cañón, tanto admiró a Phaxsi (la luna), que esta le envió una hija tan blanca como los nevados y tal así era su belleza que la llamaron Imilla Khunu (niña nevada), era el orgullo de su padre.
Esa misma época al otro lado del caudaloso río en un humilde agujero nació un águila andina que por ser del huevo más pequeño lo llamaron Paka Muqu (águila enana), que se enamoró de Imilla Khunu y  salía a verla volar todos los días al salir el sol en los helados vientos andinos.
La complicidad de Lari (zorro andino) hizo que este par de magníficas aves se volvieran amigos y luego irpasiris (enamorados), danzaban en las alturas la Kullawa (danza amorosa). Al enterarse su padre el gran Jilaqata de esa amistad, le prohibió bajar de su cueva en las alturas a Imilla Khunu, pues es de saberse que los cóndores desprecian a los aguiluchos por ser territoriales y porque a pesar de ser mucho más pequeños  no les tienen miedo.
Mientras tanto secretamente Lari, el zorro andino, era el mensajero entre los dos. Sin saber que el gran Jilaqata había convenido con Kunturi Uqi (cóndor gris) una majestuosa ave de los andes chilenos, para que se case con Imilla Khunu su hija. 
Por otro lado las travesuras del astuto Lari le estaba trayendo problemas con los antiguos Collaguas  quienes le pusieron una trampa por robar su ganado, Imilla Khunu desde lo alto vio cómo iba quedar atrapado su amigo entonces se lanzó en picada desde lo alto sin pensarlo dos veces empujándolo y salvándole la vida, con el impulso que solo puede dar soberbio animal, pero sin querer quedó atrapada su pata en un hueco de la pared de piedra. Aunque el gran Jilaqata su padre y el enorme Uqi, trataron de liberarla no pudieron y ante la desesperación de que vinieran los Collaguas,  aceptaron la ayuda de Paka Muqu que ya había  sido avisado por Lari. El pequeño águila se metió con esfuerzo y pico la roca liberando la pata de Imilla Khunu, pidiendo que vuele con los suyos a las alturas muy rápido porque venían los Collaguas, volando los tres majestuosos cóndores a lo más alto del cañón sin esperar más.
Con ayuda del astuto Lari se escondieron; al pasar el peligro Paka Muqu  le confeso a su fiel amigo que se rompió el pico y el ala en el rescate a su amada; ambos supieron que no sobreviviría pues como magnifico es el ande peruano también no da tregua al más débil.
Cuando se junta el sol y la luna en los andes, ahí sobre un árbol de Queñua (árbol andino torcido), mirando al cielo nuestro valiente Paka Muqu recordaba por última vez la danza Kullawa en lo alto con su amada. Cuando Imilla Khunu se enteró del suceso, la tristeza la consumió y al día siguiente de un gran suspiro también murió. Conmovidos Phaxsi (la Luna), Willka (el Sol) y Uywuri (Dios de la helada), convinieron en convertirlos en estrellas que hasta hoy se pueden apreciar en los límpidos cielos del Valle del Colca, de lejos se ven cerca y de cerca se ven lejos; siempre una frente a otra para danzar como irpasiris cuando el ojo humano no lo ve.
Entendió el gran Jilaqata que su soberbia, orgullo y desprecio sin motivo fue la causa de tal desgracia. Sin mucho que hacer se hizo socio del astuto Lari, pues el zorro andino recibe la señal del cóndor en los cielos al volar en círculo inmediatamente va al lugar y verifica que no haya trampa alguna, come su parte y da la señal para que estos gigantes alados bajen a comer la carroña; esta sociedad se da hasta nuestros días pues el pacto sigue en pie, aunque ya quedaron atrás los recuerdos del gran amor en las estrellas andinas.
“A veces los inicios más inesperados forjan amistades muy largas sin importar el tamaño, como el zorro y el cóndor que hasta hoy siguen como socios andinos”. 

Seudónimo: Jaipu